Trastorno del espectro autista
El autismo afecta a niños de todos los orígenes. La sensibilización y la mejora de los métodos de detección han contribuido al aumento de los diagnósticos en los últimos años.
El trastorno del espectro autista es un trastorno del desarrollo que afecta a la capacidad de una persona para socializar y comunicarse con los demás. Considerado un trastorno que dura toda la vida, el grado de alteración del funcionamiento varía mucho de una persona a otra. El término "espectro" se refiere al grado en que los síntomas, los comportamientos y la gravedad varían dentro de cada individuo y entre ellos. Algunas personas sufren un deterioro leve de sus síntomas, mientras que otras padecen una discapacidad grave.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, 1 de cada 59 niños de 8 años en EE.UU. padece autismo. Los niños tienen cuatro veces más probabilidades que las niñas de desarrollar síntomas de autismo.
Factores de riesgo
Aunque los científicos no han descubierto una única causa del autismo, creen que son varios los factores que contribuyen a este trastorno del desarrollo.
Genética. Si un niño de una familia tiene autismo, es más probable que otro hermano también lo desarrolle. Los escáneres revelan que las personas con espectro autista presentan ciertas anomalías en la estructura y el funcionamiento químico del cerebro.
El entorno. Muchos factores prenatales pueden contribuir al desarrollo del niño, como la salud de la madre. Otros factores postnatales también pueden afectar al desarrollo. A pesar de las muchas afirmaciones que han destacado los medios de comunicación, hay pruebas sólidas que demuestran que las vacunas no causan autismo.
Diagnóstico
Actualmente no existe ninguna prueba médica que pueda determinar la posibilidad de desarrollar autismo. Los especialistas hacen el diagnóstico tras detectar dificultades sociales y de comunicación, y comportamientos repetitivos o restringidos.
El diagnóstico del autismo suele constar de dos fases. La primera fase consiste en una exploración general del desarrollo durante las revisiones del niño sano con el pediatra. Los niños que presentan algún problema de desarrollo son remitidos para una evaluación más detallada. En la segunda fase, un equipo de médicos y otros profesionales sanitarios de diversas especialidades realiza una evaluación exhaustiva. En esta fase, puede diagnosticarse al niño autismo u otro trastorno del desarrollo. Por lo general, los niños con autismo pueden ser diagnosticados de forma fiable a los dos años, aunque algunos pueden no serlo hasta una edad más avanzada.
Síntomas
En la mayoría de los casos, los síntomas del autismo empiezan a aparecer durante los tres primeros años de vida.
Normalmente, los bebés en desarrollo son sociables por naturaleza. Miran las caras, se vuelven hacia las voces, agarran un dedo e incluso sonríen a los 2-3 meses de edad. Los padres suelen ser los primeros en darse cuenta de que su hijo muestra comportamientos inusuales. Estos comportamientos pueden incluir no establecer contacto visual, no responder a su nombre o jugar con los juguetes de forma inusual y repetitiva.
La mayoría de los niños que desarrollan autismo tienen dificultades para participar en las interacciones humanas cotidianas. El autismo también puede causar dificultades en la comunicación verbal y no verbal y preocupación por determinadas actividades.
A continuación se describen síntomas más específicos:
Retraso en el desarrollo del lenguaje, como no responder a su propio nombre o hablar sólo con palabras sueltas, si es que lo hacen.
Comportamientos repetitivos y rutinarios, como caminar siguiendo un patrón específico o insistir en comer siempre lo mismo.
Dificultad para establecer contacto visual, como centrarse en la boca de una persona cuando ésta está hablando en lugar de en sus ojos, como es habitual en la mayoría de los niños pequeños.
La desregulación sensorial es un componente importante del autismo. A menudo se presenta como hiper (excesivamente sensible) o hiposensibilidad (menos sensible) a determinados estímulos sensoriales. Por ejemplo, experimentar dolor o placer ante determinados sonidos, como el timbre de un teléfono, o no reaccionar ante el frío o el dolor intensos, determinadas imágenes, sonidos, olores, texturas y sabores. La respuesta física y emocional en estos casos puede ser muy abrumadora y dar lugar a una sobrecarga sensorial, que a menudo conduce a crisis nerviosas.
Dificultad para interpretar gestos y expresiones faciales sutiles, como leer mal o no darse cuenta de señales faciales sutiles, como una sonrisa, un guiño o una mueca, que podrían ayudar a comprender los matices de la comunicación social.
Problemas para expresar emociones, como expresiones faciales, movimientos, tono de voz y gestos que a menudo son vagos o no coinciden con lo que se dice o se siente.
Fijación en partes de objetos, a menudo en detrimento de la comprensión del "todo", como centrarse en una rueda giratoria en lugar de jugar con los compañeros.
Ausencia de juegos de simulación, como tardar mucho tiempo en alinear los juguetes de una determinada manera, en lugar de jugar con ellos.
Falta de comprensión social que dificulta la interacción con los compañeros.
Comportamiento autolesivo. Las personas con autismo a menudo parecen autolesionarse en respuesta a determinadas actividades o entornos.
Problemas de sueño, como conciliar el sueño o permanecer dormido.
La capacidad de aprendizaje, pensamiento y resolución de problemas de las personas con autismo oscila entre superdotadas y gravemente discapacitadas. Algunas personas con autismo necesitan mucha ayuda en su vida diaria. Con una evaluación exhaustiva, los médicos pueden hacer un diagnóstico que ayude a encontrar el mejor plan de tratamiento.
Los padres, cuidadores o pediatras pueden detectar los primeros signos de este trastorno antes de que el niño cumpla un año. Sin embargo, los síntomas suelen ser más visibles cuando el niño tiene 2 ó 3 años. En algunos casos, el trastorno funcional relacionado con el autismo puede ser leve y no manifestarse hasta que el niño empieza la escuela, tras lo cual sus déficits pueden ser pronunciados cuando está entre sus compañeros.
Déficit de comunicación social
Disminución del intercambio de intereses con los demás
Dificultad para apreciar sus propias emociones o las de los demás.
Falta de contacto visual
Falta de destreza en el uso de gestos no verbales.
Discurso inerte o guionizado
Interpretar literalmente ideas abstractas
Dificultad para hacer o conservar amigos
Los intereses restringidos y los comportamientos repetitivos pueden incluir:
Inflexibilidad, dificultad extrema para afrontar el cambio
Centrarse excesivamente en temas específicos, excluyendo otros.
Esperar que los demás tengan el mismo interés por esos temas
Dificultad para tolerar cambios en la rutina y nuevas experiencias.
Hipersensibilidad sensorial, por ejemplo, aversión a los ruidos fuertes.
Movimientos estereotipados como agitar las manos, mecerse, girar
Ordenar las cosas, a menudo juguetes, de una manera muy particular
Tratamiento
La mayoría de los profesionales sanitarios ponen en marcha una intervención conductual intensiva temprana, en la que toda la familia del niño participa en la educación y la formación. En algunos programas de intervención temprana, los terapeutas acuden al domicilio para prestar los servicios. Otros programas imparten la terapia en un centro especializado, un aula o un centro preescolar. Los tipos de terapia pueden incluir:
Análisis conductual aplicado: Se trata de un estudio sistemático de los retos funcionales del niño, que se utiliza para crear un plan conductual estructurado para mejorar sus habilidades adaptativas y disminuir las conductas inadecuadas
Entrenamiento en habilidades sociales: Esta intervención ayuda a los niños con autismo a mejorar su capacidad para desenvolverse en situaciones sociales grupales o individuales
Logopedia: Puede mejorar los patrones del habla del niño y su comprensión del lenguaje
Terapia ocupacional: Se ocupa de los déficits de habilidades adaptativas en las actividades de la vida diaria, así como de los problemas de escritura.
Formación en gestión parental: Los padres aprenden formas eficaces de responder a los comportamientos problemáticos y de fomentar un comportamiento adecuado en su hijo. Los grupos de apoyo a los padres les ayudan a hacer frente al estrés que supone criar a un niño con autismo.
Servicios de educación especial: Los niños con autismo pueden desarrollar todo su potencial académico en el marco de un Plan de Educación Individual proporcionado por su escuela, que tiene en cuenta sus déficits de comunicación social, sus intereses restringidos y sus comportamientos repetitivos. Esto incluye clases especiales para niños muy pequeños en las que se abordan las habilidades lingüísticas, sociales y vitales.
A lo largo de los años, los padres/cuidadores que buscan formas de ayudar a su hijo autista a funcionar mejor han probado varias intervenciones complementarias y alternativas que incluyen dietas especiales y suplementos. Hasta la fecha, no se han encontrado pruebas convincentes para recomendar claramente ninguna de estas intervenciones específicas. La investigación continúa, y los padres/cuidadores interesados en ellas deberían comentarlas con el clínico que trata a su hijo.
Medicación
No hay medicamentos aprobados por la FDA para los síntomas básicos del autismo. Se han aprobado dos antipsicóticos, el Aripiprazol y la Risperidona, para la irritabilidad asociada al autismo. Otros medicamentos no aprobados se utilizan mejor en combinación con psicoterapia y otras intervenciones. Deben dirigirse a síntomas específicos con un resultado para medir su eficacia. Consulte a un psiquiatra sobre el mejor plan de medicación para cada persona.
Los niños con autismo corren mayor riesgo de desarrollar trastornos mentales como trastornos de ansiedad, trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) o depresión. Un psiquiatra infantil puede evaluar la depresión, la ansiedad y la impulsividad comórbidas. Si procede, los medicamentos pueden ser útiles cuando los prescribe juiciosamente un clínico experto en colaboración con los padres del niño.
Comparte este blog